sábado, 29 de marzo de 2008

Shemini Shabat Pará

9:1 Y aconteció en el día octavo que llamó Moisés a Aarón y a sus hijos, y a los ancianos de Israel,
9:2 y dijo a Aarón: Toma para ti un becerro del ganado para ofrenda por el pecado, y un carnero para holocausto, (ambos) sin defecto, y los presentarás ante el Eterno.
9:3 Y hablarás a los hijos de Israel, diciendo: Tomad un macho cabrío para ofrenda por el pecado; y un becerro y un cordero, (ambos) de edad de un año y sin defecto, para holocausto;
9:4 y un buey y un carnero para ofrendas de paces, para sacrificarlos ante el Eterno; y una ofrenda vegetal mezclada con aceite; porque hoy el Eterno se aparecerá a vosotros.
9:5 Y trajeron delante de la tienda de asignación lo que había ordenado Moisés; y se presentó allí toda la congregación, y estuvo en pie delante del Eterno.
...
Comentario del Rabino Marcelo Kormis:

El comentario de esta semana está basado en la enseñanza de uno de mis maestros, el Rabino Gustavo Suraszky.

Antes de compartir con ustedes este comentario, recordemos algunas divisiones de las mitzvot.

La más conocida es la de Jukim y Mishpatim.

Los mishpatim son aquellas mitzvot que al cumplirlas entendemos su razón y el porqué las hacemos.

Visitamos a un enfermo porque sabemos que lo alivia.

Consolamos a un deudo porque sabemos que en ese momento está sufriendo.

Acogemos a alguien que no tiene dónde dormir porque sabemos que sino su vida corre peligro.

Pero hay otro tipo de mitzvot más difíciles de cumplir, que son los jukim. Los jukim son las mitzvot que D´s nos ordena pero que no las entendemos. No vestir en una misma prenda lino con lana, ¿por qué?, porque D´s lo dijo. A propósito de este shabat que es shabat Pará, las leyes de la vaca roja también son jukim.

No entendemos cómo funcionan, purifican e impurifican.

Pero quizás el jok más difícil para nosotros en este momento del desarrollo humano sea la kashrut.

La Torá no nos da un argumento de por qué debemos comer kasher, de por qué estos animales sí y estos otros no.

Y en algo tan cotidiano como la comida, una falta de explicación es difícil.

Nuestros jajamim han dado a través de la historia distintos motivos a lo que la Torá no le da ninguno.

Y se han generado podríamos decir dos grandes líneas de pensamiento.

La primera de ellas seguida por Maimónides, plantea que la Kashrut es una medida higiénica.

El cerdo es cerdo, y por eso no debemos comerlo.

Los mariscos se alimentan de la basura del mar y por eso tampoco debemos comerlos, son nocivos para la salud.

Otra línea de pensamiento tiene que ver no con sanidad sino con santidad. Comiendo kasher no somos más sanos sino más santos.

Controlamos nuestros impulsos y nos santificamos.

Somos diferentes a otros animales.

A pesar que estos argumentos le hacen sentido a muchos judíos, a muchos otros no.

Me toca reunirme con muchos que dicen que la kashrut es algo obsoleto, que limita mi libertad, etc.

Semana tras semana me toca argumentar a jóvenes y adultos el porqué de la kashrut. Y créanme que no es una tarea fácil. En su mayoría son jóvenes universitarios ilustrados y exitosos en sus estudios, así como profesionales prestigiosos en sus trabajos. Sus argumentos son muchas veces sólidos, meditados del porque la kashrut es algo obsoleto, higiénico y en contra de la libertad individual del individuo. La parashá de esta semana nos da la posibilidad de profundizar en algunos de los argumentos que comparto con ellos, basados en dos grandes sabios judíos de distintas épocas.

El rabino Itzjak Arama, que vivió en España en el siglo XV, escribió en su obra Akeidat Itzjak: “Guárdenos D´s de imaginarnos que los mandamientos relativos a los alimentos dependen de razones higiénicas. En caso de ser esto verdad, la Tora no sería más que un pequeño tratado de medicina en vez de ser la obra del D´s viviente. Más aún, los efectos nocivos de dichos alimentos pueden ser contrarrestados de diversas maneras con condimentos y con preparados, tal como se anula el efecto de los venenos con los cuales se hacen todos los remedios. La prohibición perdería su razón de ser y las palabras de la Torá perderían su eterno valor. Además, hemos notado que los pueblos en el medio de los que vivimos, que no guardan estas leyes y que comen carne porcina y todos los demás animales y peces impuros, son sanos y gozan de buena salud. No hay entre ellos, por tal motivo, gente débil. La razón es diferente. Los mandamientos alimenticios están motivados por razones de índole espiritual, a fin de guardar el alma sana y pura y preservarla de contaminaciones y de mancharse con pasiones impuras....”.

Harold Kushner, prestigioso rabino conservador contemporáneo, escribe también siguiendo esta misma idea: “Comer cerdo o langostino no es intrínsecamente inmoral, como no es intrínsecamente moral optar por un trozo de queso o de pollo. Pero al reglamentar nuestros hábitos de alimentación, sueño y trabajo, el modo de vida judío confiere una significación profunda a cada actividad, incluso las más comunes y mundanas, transformándolas en una oportunidad para obedecer (o desobedecer) a D´s. Una persona no judía que pide una hamburguesa con queso, almuerza y punto. Un judío que pide lo mismo, hace una afirmación teológica. Declara que para él NO rigen las normas de la kashrut. Las reglas observadas o violadas, elevan el almuerzo del plano de lo común y corriente al de la religión. Quien pueda hacerlo en el plano de la comida, ha logrado algo importante para su vida”.

Tal como se desprende de estos comentarios, las leyes de kashrut no son una medida higiénica. No dejamos de comer cerdo debido a la triquinosis. Si esto fuera así, un cerdo sano sería kasher y por supuesto no lo es. Cuando el judío come kasher, convierte el acto animal de comer en un acto de reverencia por la vida. Comiendo kasher no somos más sanos, somos más santos, más respetuosos por la vida. Comer kasher significa recordar, cada vez que comemos carne, que la vida de otro ser vivo es importante para nosotros. D´s nos recuerda que no somos amos y señores de la naturaleza. No podemos tomar de ella a nuestro antojo. Por eso la Kashrut nos obliga a dominar uno de nuestros impulsos más básicos y animales: el comer.

Que con la ayuda de D´s podamos comprometernos cada vez más con esta mitzvá y lograr de esta forma nuestra elevación moral y espiritual en este mundo.


Quiero entonces aprovechar este shabat para tratar de motivar a aquellos que todavía no comen kasher, que ninguno de estos argumentos tradicionales les cierran y ver si les cae la teja.

Si no, habrá que seguir esperando...

Y este argumento tiene que ver no con las características de los animales, sino con sus nombres.

Dos animales que tiene un nombre súper kasher pero que por su esencia no lo son.

Y como no lo son, nos dejan un gran mensaje en nuestra vida.

El primero de ellos es el Jazir - el cerdo.

Su nombre deriva de la raíz lajzor, volver.

Es un retorno, y de hecho en Iamim Noraim hablamos de la jazará y de la teshuvá.

De acuerdo a la tradición judía, su nombre es así porque en algún momento va a cambiar una característica y va a volver, va a retornar y va a ser kasher.

Va a ser rumiante.

Pero por ahora no lo es y nos da un gran mensaje.

No lo es porque se muestra de una forma, mientras que por dentro es de otra.

Por fuera trata de engañarte y decirte que es kasher, que tiene la pezuña partida, pero por dentro no lo es.

Al no comerlo afirmamos que nosotros queremos tener nuestro interior y nuestro exterior igual.

Que al comer kasher no solo regulamos nuestra forma de actuar, sino también nuestros impulsos interiores.

Otro ejemplo de nombres es la cigüeña, en hebreo jasida.

Miren que nombre más lindo. La piadosa.

Se preocupa de sus crías y no es de rapiña.

Por lo tanto tendría todo para ser kasher.

Incluso Rashi nos dice que se llama piadosa porque se preocupa que si alguien de su entorno no tiene comida, ella se la proporciona.

Pero acá está el problema.

Se preocupa sólo de su entorno y no de los distintos a ella.

Al no comer un ave con las características de la cigüeña, los judíos afirmamos que no solo nos importa nuestro marco más íntimo sino que somos responsables por todo lo que nos rodea.

Nuestra preocupación no es sólo por la especie humana sino por todo el reino y cuando comemos kasher hacemos más tangible esta preocupación.

Miren, hay distintos motivos por los cuales comer kasher.

Para algunos unos le hacen mas sentido y para otros, otros.

Si no comes cerdo porque le tienes miedo a la triquinosis o porque te cae pesado a la guata.

Si no comes marisco porque te preocupa la marea roja.

Si no mezclas carne con leche porque te cae muy pesado.

OK- está bien.

Si comes kasher no por un tema de sanidad, sino por santidad, porque al hacerlo elevas tus impulsos a una categoría superior y porque estas más cerca de D´s - también está bien.

O si comes kasher porque no te queda claro el motivo, pero en los animales prohibidos encuentras un mensaje ético y moral que la Torá te quiere dar, también está bien.

Pero no nos podemos quedar indiferentes frente a la kashrut.

Me gustaría motivarte para que si ya empezaste lo sigas haciendo.

Si no empezaste todavía a que encuentres dentro de este abanico de explicaciones la que más te cierre.

La kashrut es la forma en la cual el pueblo judío come, y si eres judío tienes que comer de esta forma.

Esa es la forma en la cual D´s nos pidió que comiéramos, no podemos quedar indiferentes a Su llamado.

La parashá de esta semana nos plantea uno de los jukim, leyes mas allá de nuestro entendimiento, más difíciles para el judío moderno.

La invitación a cumplirla está hecha.

Sólo de tí depende.

Shabat Shalom.



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El texto completo de la parashá lo pueden encontrar en: Navegando la Biblia II, pinchar en Torah y Haftarot.

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